¿Cómo se llama?
Liliana Marcela Jáuregui Bordones
¿Cuándo y dónde nació?
El 2 de octubre 1969 en Antofagasta, Chile.
¿A qué se dedica y desde cuándo?
Me dedico a la asesoría, desarrollo e implementación de proyectos relacionados con la conservación de la naturaleza, derechos humanos y gobernanza ambiental conectando lo local con lo internacional. Trabajo en esto desde 2004.
¿Qué situación recuerda que haya generado en usted el interés por la acción ambiental?
Nací en el desierto que llaman más seco del mundo en una ciudad que se mueve por la gran minería. Sin embargo, la prioridad del agua y el manejo de los residuos se priorizaba (y aún se hace) para la industria extractiva. Siempre me ha interesado este contraste en donde se trata de escasez, el poder político del centralismo, el acceso a la información y seres que dependen de ecosistemas sensibles que no tienen voz ni voto.
Vengo de una familia que se trasladaron del norte chico de Chile (zona central) que llegaron a esa zona con promesas de un futuro mejor para trabajar en el boom salitrero. Ese mundo se desplomó y poco quedó de esa bonanza. Quedan pequeños poblados en el desierto con cementerios con cientos de personas y literalmente ruinas que muy poco gente visita. El modelo extractivo es un modelo que vienen desde la Colonia y aunque ha cambiado cosméticamente en el fondo su fundamentos siguen siendo los mismos.
En nuestro continente a pesar de la pérdida y degradación tan rápida de bosques, humedales, glaciares y biodiversidad, por nombrar algunos aún queda mucho por mantener. Las propuestas además deben venir de la región con liderazgo local. Los países europeos tienen agendas propias y contradictorias con enormes intereses económicos y estratégicos. Con mi doble perspectiva me siento comprometida a contribuir a cambiar el rumbo.
¿Cuáles son sus estudios?
Estudié Ingeniería comercial en Chile en la Universidad Católica del Norte. En esos años no había alternativas en mi ciudad para personas con ambiciones sociales, o bien entrabas a la minería, que es lo que muchos sueñan por el salario y los beneficios, o entrabas a un sector de servicios a la minería, muchas veces bancos o instituciones financieras. Aunque suena ahora increíble, al querer hacer la práctica quise entrar con conexiones a trabajar en una minera pero no querían a una mujer. La razón es muy complicado, “tenemos que hace baños aparte”. Juro que es lo que respondieron. Eso lo tuve que escuchar de amigos compañeros de estudio que sí los admitían. Eso ha cambiado ahora afortunadamente pero así es como el camino en Chile se me iba cerrando y en Los Países bajos se me fue abriendo. Aquí puede trabajar y estudiar al mismo tiempo y no me costó mucho conseguir trabajo. En un par de años hice una maestría en la Universidad de Wageningen, Países bajos en desarrollo económico con especialidad en recursos naturales.
¿A qué se ha dedicado?
Empecé trabajando para Médicos sin fronteras desde el 1994 para ello ocupé mis estudios de administración y economía. Aprendí a montar proyectos de emergencia y a trabajar con diferentes culturas. Fui por primera vez a Asia, Cambodia y vi muy de cerca cómo el conflicto interno destrozó vidas y muy en particular como las mujeres se las tenían que arreglar para reconstruir la sociedad.
Luego me moví a otra organización hermana de Médicos sin fronteras, Healthnet Internanational que se dedicaba a reconstruir después de las crisis los sistemas básicos de salud. Ahí visité Perú en áreas en donde Sendero luminoso había estado presente. En ese viaje tuve la oportunidad de admirar enorme riqueza natural que existe y la invisibilidad en la que la población vivía. Una vez más una validación que resonaba para mí desde mi vida en Antofagasta y la de mis antepasados.
En el 2002 terminé mi maestría y me fui a la UICN Comité Holandés en el 2004 hasta el dái de hoy. El aprendizaje aquí no para ya que es una red enorme de organizaciones medioambientales. Lo que me mantiene aquí es la posibilidad de llevar lo local a lo internacional ya que las realidades que se viven son tan distintas que es muy difícil de entender estando en el otro lado del mundo. No es sólo algo del idioma sino también de la formación y la experiencia de vida.
Creo que es importante trabajar de manera horizontal, alineado trabajo con otras organizaciones fuera de los organigramas de las instituciones. Por ello, además tengo actividades extra que complementan mi trabajo como por ejemplo ser parte de consejo directivo de una fundación de los Estados Unidos que trabaja en tecnología para combatir la deforestación (Rainforest Connetion) en la que junto con su fundador y querido amigo Topher White ayudé a montar proyectos que protegieran los territorios y los defensores ambientales, por ejemplo en Perú e Indonesia, por varios años. Esto me dio una mirada distinta del ONG de este país y las cualidades comunicacionales que tienen.
La comunicación es un problema en el sector en el que trabajo. Se tiende a valorar más el conocimiento de certificado por la ciencia y la comunicación científica que muchas veces no alcanza a la gente ni convence a los políticos. El arte ofrece otras herramientas para compartir perspectivas y conectar mundos. Soy una activa colaboradora de documentales he sido jurado del festival de cine de vida silvestre en Rotterdam y he apoyado a los equipo de los documentales Arica (Chile/Suecia 2020) y el Tigre gente (USA/Bolivia 2021). Actualmente soy productora de un documental que está en su última fase de producción llamado Tigre eléctrico.
También en producción un podcast que estoy produciendo con una excelente profesional italiana amante de los felinos Lucia Guaita y un reconocido arqueólogo colombiano Carlos Cartaño que se llama El poder del Jaguar compartiendo conocimiento acerca de este gran felino que habita en nuestro continente.
Finalmente soy embajadora en los Países bajos del movimiento para criminalizar el Ecocidio.
¿Cuáles han sido algunos de los desafíos que ha tenido que enfrentar? ¿Cómo los ha sorteado?
Incontables. Aunque menciono que es mi doble perspectiva desde Amsterdam y el crecer en Chile me ayuda a conectar mundos, la verdad que esto viene acompañado de un sentimiento de soledad muchas veces. Veo y escucho cosas que personas que están sentadas conmigo no ven y no puedo explicar. Esto requiere que confié en lo que yo siento y pienso para sacar conclusiones, liderar, asesorar y recomendar. Eso es un desafío grande que ahora manejo con más destreza.
Otros desafíos prácticos, tengo tres hijas y al principio era muy difícil planear viajes con ellas estando pequeñas pero en vez de decir no, cada salida la tomé como un plan aparte y al fin de cuenta nunca tuve grandes problemas. Tengo que reconocer que conté con el apoyo de mi madre y esposo en los primero años.
En algunos países no es común tener una mujer en puestos de liderazgo. A manera de ejemplo, hice un viaje hermoso al interior de Surinam con el director de una ONG internacional y el Embajador de los Países bajos. Fue un grupo de unos 10 jóvenes a acompañarnos, teníamos dos botes y dormimos en hamacas en la selva. De ese grupo yo era la única mujer. Estaban todos super interesados en mi historia, si tenía hijos y de por qué mi esposo me daba permiso de andar en estos viajes sola. Eso en sí fue una oportunidad para mostrar un modelo distinto de feminidad. A su vez, al llegar a los pueblos mujeres (que no podían entrar al espacio de los hombres) miraban desde fuera cómo yo desde dentro hablaba y era reconocida por las autoridades. La historia es más difícil porque el edificio había sido donado a las mujeres pero las autoridades que eran todos hombre se adueñaron del edificio porque estaba mejor equipado y estaba en buenas condiciones.
¿Qué mensaje daría a las mujeres y niñas del mundo?
Creo que yo puedo aprender más de ellas, ya que me doy cuenta que tienen otro chip que yo. Aunque me duele decirlo yo crecí en sociedades machistas y la línea base es la aceptación de esa injusticia. Las jóvenes y niñas tienen menos problemas con estos “amansamientos” que van entrando en nuestros sistemas silenciosamente. Eso es maravilloso de ver. Sin ir más lejos mi hija me pasó a leer el libro Kim Ji-young, nacida en 1982, de la coreana Cho Nam-Joo. Un verdadero testimonio generacional que parece muy simple pero es una bomba si lees con el ojo de una joven feminista. Mi hija no podía con la furia de la injusticia de la discriminación de género que describe. Al contrario, mi reacción era más bien realista recociendo este fenómeno. Mi hija sin creer que yo he pasado por situaciones similares y mi reacción tan ligera y trivial.
Escribiendo esto me doy cuenta que si hay una línea para llegar a donde estoy. Confiar en que la visión que uno tiene siempre es alcanzable y el aprendizaje es útil, sobretodo de situaciones que parecen irreconciliables. No nací en privilegio sin embargo, puedo entender a gente que si ha nacido con todas las ventajas sin enojarme y sentirme en desventaja. Esa es una decisión que uno puede tomar.
No se dejen definir por lo que estudian o los títulos con más estatus que otros. Algo que me gusta de las jóvenes de hoy es que no se dejan definir por sus estudios necesariamente. Estudian algo pero además escriben o son fotógrafos. Con todos los medios que hay para comunicarse y aprender, determinan sus caminos y arman comunidades de práctica. Esto hay que aprovechar ya que tenemos que conectarnos mejor.
Material digital para conocer más sobre Liliana
La película en la que estoy trabajando https://www.tomlaffay.com/tigre
Presentaciones del Poder del jaguar durante el Congreso Mundial de Conservacion en Marsella https://www.youtube.com/watch?v=9HOIHLrGeE0
Mis felicitaciones para Liliana, en sus inquietudes de estudios, emociones, creatividad y buscar mayores conocimientos ha logrado romper barreras de idiomas , costumbres, lugares inhóspitos y machismo que en su época predominaba de tal manera que no daban cabida al actuar de las mujeres profesionales. Conociendo su trayectoria seguirá con sus anhelos de seguir estudiando y conociendo de nuevos lugares y su interés por el medio ambiente