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Tierra de mujeres: Andrea Cruz Angón

¿Cuál es su nombre completo?

Andrea Cruz Angón

¿Cuándo y dónde nació?

El 6 de enero de 1971 en la Ciudad de México (antes Distrito Federal).

¿A qué se dedica y desde cuándo?

Desde hace más de 16 años trabajo en la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad, coordinando la iniciativa de Estrategias Estatales de Biodiversidad, con la finalidad de apoyar a las entidades federativas del país a fortalecer capacidades para el conocimiento, la conservación y el uso sustentable de la biodiversidad en el ámbito local.

De manera adicional, apoyo las negociaciones internacionales en distintos foros relacionados en esta materia. 

¿Qué situación recuerda que haya generado en usted el interés por la acción ambiental?

Mi papá es ingeniero agrónomo y siempre le gustaron las plantas y la naturaleza en general. Aunque mi mamá es economista, también siempre nos enseñó a tener conexión y respeto por la naturaleza. 

¿Cuáles son sus estudios?

Estudié Biología en la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, en Morelia Michoacán de 1987 al 92. Durante esa temporada inicié como voluntaria en la Colección de Aves y posteriormente realicé mi servicio social y mi tesis de Licenciatura en ese mismo grupo de trabajo. Aunque en un principio pensaba que me dedicaría más a plantas o a invertebrados, el trabajar como voluntaria en la colección de aves, me abrió otra perspectiva de la biología. Cuando uno estudia aves, termina estudiando plantas e insectos. Las materias que más me gustaron en la carrera fueron Evolución, Ecología y Recursos Naturales porque son materias integrativas, que permiten estudiar procesos complejos. 

¿A qué se ha dedicado?

Al poco tiempo de terminar la carrera tuve la oportunidad de unirme a un equipo de investigación del Centro de Aves Migratorias del Smithsonian Institution, que estaba realizando investigación de Campo en Chiapas. Comencé en 1993, como aprendiz de asistente de campo por una temporada (cuatro meses) y me ofrecieron quedarme un tiempo más (como otros cuatro meses). Cuando terminó esa temporada de campo, regresé a Morelia a intentar terminar la tesis de licenciatura y el siguiente otoño me invitaron nuevamente a trabajar, ahora sí como asistente de campo. Quien fue mi mentor el Doctor Russell Greenberg (QEPD), tenía el objetivo de apoyar la formación de profesionales jóvenes latinoamericanos y siempre conseguía financiamiento para apoyar a 2 o 3 personas. 

Trabajar con Russ Greenberg fue fundamental para mi carrera, no solo porque fui capacitada por un ornitólogo reconocido a nivel mundial, sino porque era un tipo sumamente creativo para el diseño de sus investigaciones, con preocupaciones sobre la conservación de los hábitats de invernación de las aves migratorias, pero también muy consciente de la necesidad de desarrollo de Latino América. Además, me otorgó becas para trabajar como asistente de campo en lo que era el Conservation and Research Center (también parte del Smithsonian Institution) de Virginia, EU.

En enero de 1994, el equipo de investigación de Russ Grenberg, incluyéndome, estaba en Ocosingo Chiapas. El levantamiento Zapatista nos tocó muy de cerca y pudimos salir sanos y salvos gracias a la primera caravana de prensa que pudo entrar a Ocosingo después de los primeros días de combate. Yo tenía 23 años. Ha sido una de las experiencias más fuertes y educativos que he tenido en la vida. 

¿Cuáles han sido algunos de los desafíos que ha tenido que enfrentar? ¿Cómo los ha sorteado?

Creo que los principales desafíos que he tenido tienen que ver con la falta de seguridad sobre lo que sé y puedo hacer. A lo largo de los años he ido aprendiendo a reconocerme mis logros y capacidades, pero no ha sido una tarea fácil.  Por ejemplo, cuando decidí comenzar a estudiar el doctorado, mi mentor Russ Greenberg me insistió en que estudiara en una universidad de Estados Unidos para que tuviera acceso a recursos y experiencias de investigación de primer mundo.  Yo no me sentía capaz de poder pasar los exámenes de selección y eventualmente realizar mi investigación. Años después me di cuenta que eso solo era un techo de cristal. Finalmente realicé mi doctorado en una institución mexicana (que quizá resultó más retadora porque los requisitos de titulación eran mucho más exigentes) y aunque me tarde mucho en terminar (de nuevo, una auto exigencia tremenda de tener todos los artículos enviados o publicados cuando el requisito era tener solo un artículo enviado). 

A pesar de eso he logrado desarrollar una carrera productiva y exitosa, principalmente porque he logrado adquirir cierta seguridad sobre mis capacidades profesionales y personales.

¿Qué mensaje daría a las mujeres y niñas del mundo?

Que nunca duden de sus capacidades, que nunca dejen que nadie les diga que no pueden o que no son lo suficientemente buenas. Que hagan las cosas a pesar del miedo que tengan o de lo inseguras que se sientan porque en la medida en que se atrevan a hacer cosas irán teniendo “evidencia” a favor de lo que son capaces de hacer y de lograr. Que se aferren a esas experiencias –pequeñas o grandes- de éxito, de haberse atrevido a hacer cosas y que siempre las traigan en el bolsillo para recordarles que, si pueden hacer las cosas y que los “fracasos” aunque puedan resultar dolorosos, son solo enseñanzas poderosas sobre nuestras propias expectativas.